Fiasco Rubalcaba

Rubalcaba perdió ayer la oportunidad de asentarse como líder de la oposición. En principio, el presidente del Gobierno se presentaba a su primer Debate del estado de la Nación con un panorama económico todavía muy complicado y bajo la sombra de los llamados papeles de Bárcenas.

El líder del PSOE creía que tenía a Rajoy contra las cuerdas y, de hecho, pidió su dimisión hace 10 días, cuando todo apuntaba a que el ex tesorero del PP iba a seguir lanzando mortíferas andanadas en forma de filtraciones manuscritas.

Pero a Rubalcaba le ha ocurrido como a los malos corredores de fondo. Se ha desinflado tras los primeros metros. No se guardó para la jornada de ayer ninguna baza. No sólo salió derrotado del debate contra Rajoy, sino que perdió frente a los suyos, que vieron con estupor cómo su jefe se iba desinflando a medida que se desarrollaba el turno de réplicas.

El presidente del Gobierno comenzó con un discurso previsible. No fue triunfalista, pero destacó algunos datos que ponen de manifiesto que España está a punto de salir del atolladero. Hace ocho meses todo el mundo daba por hecho que España sería intervenida y ahora ese escenario ni se plantea.

Rajoy no eludió el asunto que sabía que Rubalcaba iba a utilizar contra él: la corrupción. Lo dejó para el final de sus 80 minutos de discurso. Lanzó una serie de propuestas que, en general, suenan bien. Pero no mencionó a Bárcenas.

Por la tarde, Rubalcaba atacó afirmando que el Gobierno del PP está construyendo una sociedad dual tanto en sanidad como en educación. Argumentó que los recortes no han tenido como fin corregir los desequilibrios, sino que contienen una inspiración ideológica. Es decir, que el PP ha tomado medidas que benefician a los que más tienen en perjuicio de los más desfavorecidos.

En la réplica, Rajoy se lució. Porque ninguna de las cosas que propuso Rubalcaba las llevó a cabo cuando él era númerodos del Gobierno. Y tan sólo han pasado 14 meses desde que eso era así.

Rubalcaba no puede presumir de políticas sociales ni en los desahucios. Sencillamente porque no hizo nada cuando era el ojito derecho de Zapatero. Como tampoco puede sacar pecho en el terreno de la corrupción.

Es verdad que Rubalcaba habló del ex tesorero del PP, pero sólo para agitar el fantasma de hipotéticos chantajes. «No se puede gobernar pendiente de un ataque de sinceridad de Bárcenas». Una frase efectista.

Mientras Rajoy estuvo contundente respecto a las pretensiones separatistas en Cataluña, el líder del PSOE estuvo confuso e incluso un punto antisistema al cuestionar la resolución del TC sobre el Estatut. Rajoy se permitió el lujo de perdonarle la vida: «No pido su dimisión porque no me interesa».

Para colmo, PereNavarro le robó protagonismo proponiendo la abdicación del Rey. No, definitivamente, ayer no fue un buen día para que Rubalcaba recuperase su pisoteada autoestima.